Cuando hablamos de comunicación nos referimos a un intercambio de información, también a un intercambio de sentimientos y opiniones con el otro.

Por eso es tan importante comunicarnos, porque hay otra persona que está esperando nuestro mensaje y que a su vez, nos va a transmitir el suyo, y así continuamente. El funcionamiento de la sociedad es posible gracias a la comunicación. Por lo que podemos deducir que en casa, en la familia ocurre lo mismo.

Entonces, ¿por qué para muchos padres y madres resulta tan difícil comunicarse con su hijo o hija adolescente?

Debemos entender que los chicos y chicas adolescentes están pasando por un momento complicado en su vida, no necesariamente negativo, y que es el tránsito entre la infancia y la edad adulta. Esta etapa está muy marcada por los cambios físicos, psicológicos, sexuales y sociales que experimentan. Y aunque estos cambios, en ocasiones, se muestran como un periodo difícil, también es una etapa apasionante, dónde el niño o la niña, madura para convertirse en una persona adulta y a su vez, descubre el mundo del que forma parte.

Por todo esto, la forma de relacionarse entre padres, madres e hijos e hijas adolescentes cambia, puesto que ahora estamos ante una persona, más madura, y que está intentando adaptarse a todos esos cambios que está experimentando. Muchos padres y madres ya conocerán que una de las características de este periodo son los cambios repentinos de humor, que nos llevan a que la relación se complique.

¿Qué podemos hacer para mejorar la comunicación con nuestro hijo o hija adolescente?

Aquí os dejo unos consejos, que espero que os ayuden:

  • Habla con tu hijo o hija. Para ello, se debe buscar un momento adecuado (durante la cena, en el coche, etc..), e inicia una conversación dónde muestres interés y  preguntes por temas de su vida, o cosas que le gusten, aunque sean cosas sin importancia: deportes, moda, cine, etc…
  • Busca algo de tiempo para realizar actividades en común y que sean gratificantes para él o ella, aunque sin obligar a realizarlas.
  • Muéstrate como un ejemplo. Tu hijo o hija hará y copiará todo aquello que tú hagas. No vale con decir: “Haz lo que te digo y no lo que hago”, porque en este caso le estaríamos dando un mensaje contradictorio.
  • Cuando quiera hablar, dedícale tiempo y demuéstrale que le estás escuchando. Muéstrale interés por lo que te cuenta, y escucha su punto de vista aunque no sea el tuyo. Cuando termine de hablar puedes contestarle, al hacerlo evita reacciones agresivas o despreciativas, y expresa tu opinión sin invalidar la suya, ya que podéis estar en desacuerdo. También atiende a sus sentimientos.
  • “Seleccionar las batallas”. Hay que ser muy claros, aunque haya algunas cosas de nuestros hijos e hijas que no nos gusten, debemos seleccionar qué cosas son realmente importantes. De esta manera, en vez de discutir sobre todo lo que no nos guste, lo que nos llevaría a estar todo el día discutiendo y corrigiéndoles, nos centraremos en lo importante. Por ejemplo, podemos decidir no discutir sobre la ropa (aunque no nos guste), pero creemos que es más importante que aprenda disciplina, y nos centraremos en eso.
  • En la relación diaria, es importante mantener la calma. Trata a tu hijo o hija con respeto y calma, recuerda que quiere experimentar su vida y tú también fuiste adolescente.
  • Recuerda que se aprende de la experiencia. En tanto en cuanto, las consecuencias de sus decisiones no resulten peligrosas para él o ella, procura no intervenir.

Hablar y escuchar a nuestros hijos e hijas es la clave para contactar con ellos y ellas. Es importante mantener una vinculación positiva y merece la pena que destinemos nuestros esfuerzos a ello.