Estamos muy familiarizados con la palabra “estrés”, tanto que la utilizamos como una forma de identificar nuestro estado de ánimo.

Solemos hablar de estrés, decimos que estamos estresados cuando perdemos el trabajo, cuando algún familiar ha tenido un accidente, si nos encontramos en un incendio, etc… Por eso, solemos tender a identificar el estrés como una preocupación.

También el estrés pueden ser cambios en nuestra vida, cambios tanto positivos como negativos: cambios en nuestra turina cotidiana (ej.: aumento de sueldo, despido), cambios en la salud de nuestro cuerpo (embarazo, una gripe muy fuerte) y cambios imaginarios (son los que llamamos preocupaciones, anticipamos algo que todavía no ha ocurrido y que no sabemos si ocurrirá).

Entonces, qué entendemos por estrés? El estrés es una reacción normal y sana de nuestro cuerpo para afrontar pequeños retos cotidianos y las situaciones excepcionales o difíciles de nuestra vida. Nuestro cuerpo se prepara para tener, instantáneamente si es preciso, la energería y la fuerza necesarias para esa sitaución o acontecimiento.

El estrés, puede ser algo positivo. Pero se convertirá en algo negativo cuando dura mucho tiempo después de que la situación estresante ha pasado, o cuando surge sin haber retos ni situaciones excepcionales, o trambién si no es suficiente para afrontar los retos de la vida.

Las personas somos diferentes. Valoramos y vivimos las cosas de distitna forma unos de otros. Una situación pauede resultar agradable y positiva para una persona, puede a su vez, resultar angustiosa y estresante para otra.

También es diferente nuestra forma de reaccionar ante las diferentes situaciones: podemos poner atención a cómo nos sentimos o no, lo agrontamos o lo negamos, lo contamos o lo aislamos, etc…

Por todo esto, las personas llegamos a manejar el estrés de diferentes maneras.

Cuando empezamos a tener problemas con el estrés, solemos pasar por 3 etapas:

  1. Notamos que algo nos ocurre: inquietud, miedo, tristeza, etc… Si no lo afrontamos en este momento, pasamos a:
  2. Etapa de negarlo, no le hacemos caso. Y si continúa en el tiempo, pasamos a:
  3. Etapa de agotamiento físico y emocional. El malestar emocional y la tensión física pueden indicarnos cómo estamos de estrés.

*Señales que indican Malestar emocional: ansiedad, tristeza, irritabilidad, cansancio, inquietud o angustia frecuentes, verlo todo negativo, insomnio, dejar las tareas sin terminar, alteraciones del apetito, etc…

*Señales que indican Tensión Física: palpitaciones, sudoración, tensión muscular, los sentidos se agudizan, dolor de cabeza, dolor de cuello o espalda, nudo en el estómago, etc..

¿Cómo podemos manejar el estrés?

No existe una fórmula sencilla e infalibre que pueda curar el estrés. Se requieren acciones diversas que premitan reducir las situaciones de sobrecarga:

  • Descargar la tensión física: Aprender a utilizar alguna técnica de relajación, masajes para aliviar la tensión muscular, etc..
  • Afrontar las situaciones de la vida: debemos analizar la situación, ver si podemos abordar o no el problemas, valorar nuestras alternativas y tomar decisiones, para abordar, al menos, una parte del problemas. Definir pequeños objetivos y cómo vamos a llevarlos a la práctica.
  • Pensar distinto y sentirte mejor. A veces, la fuente de estrés no está en las situaciones excepcionales, sino en cómo las interpretamos nosotros. Debemos confiar en nosotros mismos y de forma positiva, para poder hacer frente a cualquier situación.
  • Disfrutar de la vida. Introducir momentos o actividades de disfrute cada día puede ayudarnos a compensar la tensión.
  • Apoyarnos en la gente. Contar con los otros es esencial. Contar lo que nos pasa y pedir ayuda a nuestras personas de confianza es una de las mejores maneras de aliviar la tensión.
  • Una vida saludable. En cualquier momento de la vida, pero especialmente en las etapas de estrés, es importante alimentarse bien, descansar suficiente y hacer ejercicio físico.

Manejar el estrés a veces no es fácil. En ocasiones se requiere introducir cambios en la forma de vivir, desarrollar más habilidades y recursos para afrontar las vida. Pero es posible y merece la pena.