“Tengo que tomar una decisión difícil y no soy capaz”, “¿Cómo puedo saber si mi decisión es la correcta?, “Por qué me cuesta tanto tomar una decisión?”, estas y otras muchas frases podemos oírlas en boca de alguna persona conocida y también podemos verbalizarlas nosotros o nosotras mismas. ¿Por qué, en ocasiones, es tan difícil tomar una decisión?
Sabemos que la toma de decisiones supone un proceso muy espinoso para toda persona que tenga que asumir dicho paso. Cada persona afronta su dificultad, su preocupación y/o su posterior resolución de forma diferente. Para resolver un problema nos basamos en nuestra experiencia y en cómo nos ha ido en situaciones anteriores, de aquí que lo vivamos de una u otra manera, y generalmente, cuando cuesta tomar una decisión es porque este proceso es vivido con miedo, con falta de confianza en nuestras habilidades, con una alta dependencia a los demás, queriendo evitar la situación, etc.
Debemos entender que este proceso de toma de decisiones nos implica asumir una pérdida, tomar un camino y dejar otros. También nos hace asumir un riesgo, es el riesgo a equivocarnos al elegir una alternativa y dejar otras. Y por último, nos hace ser responsables de las consecuencias que implica nuestra decisión.
El camino se torna difícil, pero debemos entender los beneficios de poder tomar una decisión, con ello tenemos la oportunidad de seguir avanzando en nuestro camino.
Vamos a seguir un sencillo método para tomar decisiones con seguridad, son 5 sencillos pasos:
1- Orientación hacia el problema. Existe un problema, este es el primer paso, la toma de conciencia que implica buscar una solución.
2- Definición del problema. Para poder resolver un problema con éxito es importante definirlo de forma clara y concreta. ¿Cuándo comenzó? ¿cómo se está manteniendo? ¿Qué pienso? ¿Cómo me siento?
3- Generación de alternativas. Hay que buscar alternativas para solucionar el problema. Y hablamos de varias alternativas ya que es importante buscar el mayor número posible para solucionar el problema.
4- Valoración de las alternativas. Cuando ya contamos con un número suficiente de alternativas, debemos valorarlas y ver si son efectivas para nuestro problema. Así, iremos eliminando aquellas que no nos sirvan. Y con las que puedan servir para solucionar nuestro problema iremos analizándolas anotando sus ventajas e inconvenientes, valorando también sus consecuencias a corto y a largo plazo.
5- Tomar una decisión. Después de valorar las diferentes alternativas y elegida la mejor de ellas para nuestro caso concreto, deberemos poner en práctica la decisión tomada y valorar los resultados.
Si responde a nuestra pregunta de si ha resuelto el problema, habremos tomado la decisión correcta. Pero también puede ocurrir que la elección tomada no haya resuelto el problema por lo que debemos ir a revisar los pasos previos y ver dónde está el fallo: ¿He definido bien el problema? ¿Elaboré suficientes alternativas? ¿Son importantes para mí?, etc…
Estos pasos para resolver un problema implican que debemos pararnos a pensar en el problema, pensar en las consecuencias, hacer un plan considerando las diferentes alternativas y poner en marcha el mejor, para así por último comprobar si nuestro plan esta funcionando.
Todo problema tiene su solución! “Siempre hay una solución para cada problema, una sonrisa para cada lágrima y un abrazo para cada tristeza”. (Autor. Desconocido)
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