Parece algo tan sencillo! Escuchar es algo que hacemos todos los días, constantemente, cuando nos relacionamos con amistades, familia, en el trabajo, etc… Pero sin embargo, a su vez, escuchar, escuchar de manera activa es algo complejo y difícil.

Muchas personas manifiestan esta queja, no se sienten escuchadas. También en la consulta, independientemente de cuál sea el motivo de consulta, mujeres y hombres manifiestan su malestar y desagrado por el hecho de no ser, de no sentirse escuchadas.

Esto ocurre con muchas frecuencia entre las parejas, y entre los chicos y chicas adolescentes y sus familias. Las quejas se repiten: “me oye, pero no me escucha”, “le hablo pero no deja de mirar la televisión”, “nadie me comprende”, “me dan consejos que nada tienen que ver conmigo”, etc…

¿Qué ocurre? Todos necesitamos que alguien nos escuche, necesitamos sentirnos escuchados. Y esta escucha, por tanto, debe ser una escucha activa. ¿Cómo debemos escuchar? Escuchar, saber escuchar de manera activa es hacer un esfuerzo por comprender lo que la otra persona nos esta contando, sin juzgar ni criticar, y además, hacerle ver que la entendemos y respetamos, y que es sólo a ella a quién estamos atendiendo.

Muchas veces, las personas que están atravesando un momento difícil en su vida, sólo necesitan que alguien las escuche. Necesitan hablar para desahogarse, para descargar su ansiedad, su angustia. Cuando escuchamos, estamos ayudando a la otra persona a poner en palabras lo que le ocurre, a dar nombre a su malestar. Al sentirse escuchada, la persona puede intentar organizar sus pensamientos y avanzar y empezar a comprender su dolor.

Todas las personas tenemos derecho a hablar, a expresar lo que pensamos y sentimos, sin ser criticados ni juzgados por ello. Y el hecho de saber escuchar nos mostrará la realidad de esa otra persona, realidad que merece nuestro respeto.

Merece la pena escuchar!